Dennis Rader fue presentado ante la justicia después de haber aterrorizado a la comunidad de Wichita, Kansas entre 1974 y 1991. El asesino tomó un descanso de 10 años de matar víctimas inocentes. No fue sino hasta principios de los 2000 que Rader comenzó de nuevo a enviar cartas al oficial, Ken Landwehr en el 2004. Rader fue aprehendido por su propio ego.
El Teniente Landwehr estableció contacto con Rader, manteniendo abierta la comunicación con él por años. Al final, Rader comenzó a confiar en Landwehr. Él pensó que quería ayudarle en verdad. El asesino en serie no creía que nadie quería hacerle daño o llevarlo a la justicia. El Teniente Landwehr pidió información acerca de algunos de los asesinatos, a lo cual Rader accedió enviándole un disco de memoria que creyó no poder ser rastreado. Se encontraron huellas digitales, y en pocos días, las autoridades llegaron a su domicilio para arrestarlo.
Al principio fue reacio en confesar sus crímenes durante las treinta y dos horas de interrogatorio. En más de una ocasión, él se refería al asesino en serie en tercera persona. Pero eventualmente, se dio por vencido y comenzó a confesar sus asesinatos a sangre fría, de diez de sus víctimas, incluyendo dos niños.
Rader tenía el perfil de la mayoría de los asesinos en serie. Era un desviado sexual, narcisista y sicópata. Landwehr aún remarcó que Rader fue completamente cómplice durante todo el proceso. Estaba tan absorbido en su propia realidad que no podía creer cómo alguien podría arrestarlo, y en sus propias palabras “traicionarlo.” Algunos creen que Rader deseaba ser atrapado, siendo que es nada común que un asesino en serie detenga abruptamente sus delitos. Pero la verdadera causa fue que Rader confiaba en el Teniente Landwehr, creyendo que nadie podría engañarlo.