Muchos de los ciudadanos ejemplares que cimentaron la base de la sociedad moderna fueron abogados. Si no fuera por Thomas Jefferson, quizás no tendríamos la separación de poderes, la declaración de independencia, la libertad de expresión o la limitación de gobierno.
Thomas Jefferson nació en Virginia de una familia acaudalada. Su padre murió cuando Jefferson tenía catorce años y fue la experiencia más difícil de su vida. Forzado a tomar decisiones de adulto aun siendo un adolescente, Jefferson dejó su hogar para estudiar en el Colegio de William and Mary, donde aprendió griego, baile de salón y conoció a su futuro socio George Wythe. Se dice que Jefferson se levantaba cada día antes del amanecer y estudiaba por dieciséis horas sin descanso.
Su preparación se concentró en el estudio de derecho en Virginia de 1768 a 1773 bajo la tutela de Wythe. Como abogado, Jefferson contaba con un buen número de clientes de la clase alta de Virginia. Muchos de los casos que llevó eran bien conocidos y su reputación creció por su personalidad reservada e impecable lógica. Uno de sus ideales fue reformar el sistema legal existente donde todo aspecto de los casos jurídicos debería de llevarse por escrito. Con el tiempo, Jefferson tomó su lugar como uno de los líderes de la naciente república. En 1774, redactó la resolución contra las Leyes Intolerables del Parlamento Británico. Su puño también es responsable de la Declaración de Independencia, quizás una de las mejores muestras de literatura de la nación.